216 La Inquisición Española
La Inquisición en España se autoriza por el Papa Sixto IV en 1.478, durante el reinado de los Reyes Católicos. Durante los primeros años de vida de la Inquisición española, la represión fue feroz y la inquina de unos y de otros hizo que proliferaran las torturas y las condenas a muerte. Las gitanas eran echadas a la hoguera por brujas y los judíos por propagar herejías contra el cristianismo.
Tal agudeza alcanzó la inquisición española que el Papa la declaró independiente a la general establecida por la Iglesia, perdurando la misma hasta que fue totalmente abolida por decreto el 15 de Julio de 1.834.
La Inquisición fue la justificación que encontraron los Reyes Católicos para frenar el auge económico y social que alcanzaban los judíos establecidos en España frente a la crisis económica que se alzó en los siglos XIV y XV, agravadas por las epidemias que menguaron la población cristiana, sin afectar a la judía. Esto, lejos de ser un milagro, era más bien obra del cuidado y limpieza a los que se sometían los judíos, mientras que los cristianos, incluso incluían en las penas impuestas a los reos el tener que bañarse.
Igualmente influyó la posición económica de los judíos y sus ansias de encontrar Estado propio sin terminar de establecerse en las tierras que los acogían, siendo además hábiles prestamistas y cobradores de tributos reales que amasaron una amplia fortuna gracias al desplome económico y la escasez de recursos, sin olvidar que este empleo estaba prohibido a los cristianos, al considerarse la usura como pecado.
Todo esto, fue la amalgama que alimentó el odio del pueblo cristiano hacia los judíos, extendiéndose un antisemitismo general al que se le sumó el hecho histórico de ser el pueblo que condenó y Crucificó a Jesucristo. Por ello, al unificarse Castilla y Aragón con los Reyes Católicos, uno de los cinco Consejos Reales fue la creación del Consejo de la Suprema y General Inquisición, la cual tenía como máximo representante al Inquisidor General, forjada con la convicción de la unificación y la lucha contra los denominados infieles, en principio los judíos y posteriormente moriscos y gitanos.
El Tribunal de la Inquisición tenía competencia sobre los delitos sobre herejía, apostasía, judaísmo, blasfemia, bigamia, lectura, comercio y posesión de libros e imágenes prohibidas por obscenas, decir misa sin estar ordenado, hacerse pasar como religioso o sacerdote sin serlo, solicitar favores sexuales a las devotas en confesión, lectura, comercio y posesión de libros de autores subversivos franceses; lectura, comercio y posesión de libros de autores contrarios a la corona, a España o a la Iglesia, etc… y toda actividad que en alguna forma impidiese o dificultase las labores del tribunal así como aquellas que atentasen contra sus integrantes.
El Tribunal tenía atribuciones de confiscar las propiedades y bienes de los acusados y el expolio en caso de ser considerados culpables. Lo curioso del caso es que se encontraron culpables a la mayoría de poseedores de fortunas y bienes.
Los sucesos de Sevilla que comenzaron con los juicios contra judíos en 1.480, se conocieron por España y se producen súplicas a los Reyes, que publican un edicto de gracia al que se acogen más de veinte mil conversos en Castilla, aunque el dominico Torquemada se encargó que ni reyes ni religiosos intervinieran en su proyecto. Tomás de Torquemada, prior de Santa Cruz fue Inquisidor General de 1.483 a 1.498.
Tras las persecuciones del año 1.391, muchos judíos conversos se refugiaron en el último reducto del islam en España, como era el reino de Granada. Tras la reconquista, tampoco se tuvo piedad de ellos siendo los conversos empalados y posteriormente quemados, siendo expulsados los moriscos.
Su predominio fue total, consiguiendo la Iglesia una cantidad ingente de recursos gracias a la confiscación de bienes de los condenados y se mantuvo a todo esplendor hasta el siglo XVIII, sobre todo por el enorme gasto del Tribunal, que tuvo que acudir a la corona para que les apoyara y mantener su Status.
En el año 2.000, Juan Pablo II, pide perdón en nombre de la Iglesia Católica, al mundo por la intolerancia y la violencia causada contra los disidentes, por el desprecio hacia los judíos, los pecados contra el amor, la paz, los derechos de los pueblos, y los cometidos contra la mujer, los pobres y los marginados.
Fuente | Wikipedia, artesacro
Imagen | Portal Planeta Sedna
¡Menos mal que ya no existe la Inquisición, porque si no, no se libraba ni Dios!...
ResponderEliminar... Es más, en un capítulo de "Aguila Roja" recuerdo que el Inquisidor era bujarrilla (gay).
Buen artículo !!.
Un abrazo.
Buen articulo para recordarnos lo que no debemos hacer, esperemos que el futuro nos depare mejores momentos.
ResponderEliminarSaludos.
Porqué será que huele a que últimamente hay quien quiere volver a aquellas épocas?
ResponderEliminarUn saludín :)
Porqué será que huele a que últimamente hay quien quiere volver a aquellas épocas?
ResponderEliminarUn saludín :)
Ay madre... que no vuelva... que no vuelva... que no vuelva... que no vuelva...
ResponderEliminarQue sólo sea parte de la historia... que sólo sea parte de la historia...
Salu2.
Por suerte ya no existe (aunque hay alguien que quiere volver a aquella época) porque si aún estuvieramos bajo la Inquisición no se salvaría ni el Tato.
ResponderEliminarBuen artículo.
Un abrazo !!.
Ay dios mío... qué miedo me da leer estas cosas... Tal y como va España, con la ola conservadora, cualquier día vuelve la Inquisición, y si no al tiempo.
ResponderEliminarBezos.
Pensé que ibas a comentar algo sobre la historia, triste historia de María Soliña.
ResponderEliminarEn un pueblecito de Cáceres hay un pequeño museo de la inquisición, un museo de un particular y que en los bajos de su casa tuvo una autentica carcel de la inquisición, con muchos de los elementos de tortura, es increíble.
Bicos Ricos
En el siglo XIII la Iglesia Católica Romana aprobó oficialmente otro horror que deshonraba a Dios: la Inquisición. Esta institución comenzó en Europa y se extendió a las Américas; duró más de seis siglos. Creada y apoyada por el papado, con ánimo asesino se usó para torturar y eliminar a todo el que no concordara con la iglesia. Aunque la iglesia había perseguido previamente a los no católicos, la Inquisición pasó a hacer mucho más que eso.
ResponderEliminarPeter De Rosa, quien afirma que es “católico patriótico”, dice en su libro reciente Vicars of Christ—The Dark Side of the Papacy (Vicarios de Cristo... el lado maligno del papado): “La iglesia fue responsable de la persecución de los judíos, de la Inquisición, de la matanza de millares de herejes, de volver a introducir la tortura en Europa como parte del proceso judicial. [...] Los papas nombraban y destituían hasta a emperadores, exigían que estos impusieran el cristianismo a sus súbditos bajo amenaza de tortura y muerte. [...] El efecto que esto tuvo en el mensaje del Evangelio fue horrendo”. El único “delito” de algunos que fueron asesinados fue que tenían una Biblia.
Respecto al papa Inocencio III, de principios del siglo XIII, De Rosa dice: “Se ha calculado que en la última y más violenta persecución por el emperador [romano] Diocleciano [del siglo III] por todo el mundo perecieron unos dos mil cristianos. Durante la primera atrocidad de la Cruzada del papa Inocencio [contra los “herejes” de Francia] se dio muerte a diez veces más personas. [...] Alarma el descubrir que, de un golpe, un papa mató a muchos cristianos más que Diocleciano. [...] [Inocencio] no tuvo reparos en usar el nombre de Cristo para cuanto Cristo mismo desaprobó”.
De Rosa menciona que “en el nombre del papa [los inquisidores] fueron responsables del más violento y continuo ataque contra la decencia en la historia de la raza humana”. Del inquisidor Torquemada, un dominico español, dice: “Nombrado en 1483, gobernó tiránicamente por quince años. Sus víctimas fueron más de 114.000, de las cuales 10.220 fueron quemadas”.
ResponderEliminarEl escritor citado llega a esta conclusión: “El registro de la Inquisición sería vergonzoso para cualquier organismo; para la Iglesia Católica es aplastante. [...] Lo que muestra la historia es que, por más de seis siglos, sin interrupción, el papado fue el enemigo jurado de la justicia elemental. De una línea de ochenta papas, desde el siglo XIII en adelante, ninguno de ellos desaprobó la teología de la Inquisición ni su sistema represivo. Por el contrario, uno tras otro fueron añadiendo sus propios rasgos crueles al funcionamiento de esta mortífera maquinaria. Lo que uno no se explica es: ¿cómo pudiera ser que unos papas continuaran por generaciones en esta virtual herejía? ¿Cómo se les hizo posible repudiar todo punto del Evangelio de Jesús?”. Contesta: “Los pontífices prefirieron contradecir el Evangelio a contradecir a un predecesor ‘infalible’, pues eso abatiría al papado mismo”.
También fue desaforado el papel que el clero desempeñó en la institución violenta de la esclavitud. Las naciones de la cristiandad secuestraron a millones de africanos, los llevaron a lugares remotos y por siglos los maltrataron física y mentalmente como esclavos. Relativamente pocos miembros de la clase clerical se opusieron con vigor a ello. Algunos hasta afirmaron que era la voluntad de Dios. (Véase Mateo 7:12.)