1.102 | El beso.
Relatos.
Semana del beso.
-- ¿En serio tienes que irte ya? –. Le pregunté con voz soñolienta, mientras intentaba que mis párpados se mantuvieran levantados un ratito más; el sueño comenzaba a apoderarse de mí, pero yo me resistía y me negaba a sucumbir a él.
-- Está a punto de amanecer (susurró suavemente él, al mismo tiempo que su masculina mano, acariciaba mi cabello moreno esparrando sobre la blanca almohada) Sabes que realmente no quiero irme, pero el tiempo se me agota y no me queda otra…. –.
-- Pero es que yo no quiero que te marches (le supliqué, mirándole fijamente a sus bellos y penetrantes ojos negros) Aún no –. Reconocí con pesar.
-- Princesa, no te preocupes. En cuanto la noche caiga como un manto negro, oscureciéndolo todo a su paso, vendré de nuevo a ti –.
Se inclinó un poco más sobre mí y me plantó un beso suave en la comisura de mis labios. Un beso tierno, delicado, un beso de despedida.
Antes de que pudiera seguir con mis ruegos, mi amor misterioso desapareció en un abrir y cerrar de ojos, dejándome sola como todas las noches se veía obligado a hacer. Estiré la mano hacia el lado de la cama donde segundos antes había estado tumbado, para poder sentir el calor residual que todavía permanecía allí tras su paso.
Acababa de esfumarse y ya lo estaba echando de menos. Anhelaba sus caricias, su toque mágico, sus tiernas palabras llenas de pasión y sentimiento; añoraba todo lo que él representaba.
Con resignación, me obligué a concentrarme en otra cosa, hasta que las manos de Morfeo, se apoderara de mí y me llevara al país de los sueños… Y poco después, ya me encontraba sumergida en él.
Pasé el resto del día como un zombie, agotada y sin ánimos para nada, solamente ansiaba que llegara la noche para volver a estar entre los brazos de mi visitante nocturno. Apenas sabía algo de él, pero me era indiferente, lo único que tenía claro era que lo amaba más que a mi propia vida y que haría cualquier cosa por él, por Ethan.
Lo más importante y destacable de esta relación era, que él me necesitaba tanto o más que yo a él. Y con eso, me conformaba.
Mientras me daba una humeante ducha, para que mis tensos músculos que relajasen, recordé la primera vez que mis ojos se llenaron con la visión de su atractivo cuerpo. De eso hacía ya varias semanas y siempre agradeceré a Dios por aquel afortunado encuentro.
Me encontraba en la calle, a pocos metros de mi vivienda, con las manos ocupadas sosteniendo dos grandes bolsas de basura. Estaba haciendo malabares para poder alcanzar el contenedor de basura antes de que alguna de aquellas negras bolsas acabara rota y con todo su apestoso contenido esparcido por el suelo, contaminándolo todo. Había estado ese día de limpieza, y después de un largo y extenso chequeo sobre mis viejas pertenencias, había decidido tirar una gran cantidad de cosas que estaban en desuso y estropeadas. Y tanto trabajo conllevaba a más trabajo a su vez; ahora tenía que sacar todo esos desperdicios en dos grandes bolsas de plástico. Por no echar un segundo viaje, puesto que hacía mucho frío a esas horas, decidí cargar con las dos bolsas de un solo viaje.
Por suerte, un joven y apuesto muchacho, se ofreció a ayudarme. Cuando vi tal belleza que prácticamente me encandilaba, decidí que el negarme y declinar su oferta no estaba dentro de mis opciones. Por esa razón dejé que cargara con una de ellas (la más pesada), y entre los dos logramos conseguir el objetivo: deshacernos de ellas.
Desde entonces, cada noche ha estado estado entrando a mi habitación por la ventana, para visitarme. Al principio solamente hablábamos, para irnos conociéndonos poco a poco, pero luego… luego las cosas fueron a más y ahora, su presencia, su imagen, siempre está en mis pensamientos; desde que intimidamos tan profundamente, mi mundo cambió y ahora gira en torno a él.
Ethan lo es todo para mí, la persona que me acompaña en mis solitarias noches, el hombre que me hace sentir mujer, el amigo que sabe escucharme y comprenderme… Es el hombre perfecto, el deseado por cualquier mujer.
No sé que es lo que hace el resto del día, donde va o donde viene, con quién está o a qué se dedica. Lo único que sé que soy yo la que le da todo lo que necesita para subsistir, amor, comprensión, cariño y sustento.
Es a mí a quién acude cada vez que el sol se oculta en el horizonte para poder sobrevivir un día más, entre tantos años de existencia, ahora soy yo la elegida. La mujer que le aporta lo que más ansia y necesita en esta misteriosa vida: sangre, pura y llanamente. Todo se resume a eso, a ese líquido tan valioso y tan codiciado por los suyos.
Yo soy su fuente de alimentación y cada noche, Ethan me regala el mejor de todos los besos que puede llegar a existir en este universo: "El beso del vampiro".
Autora | Daida López.
Más historias en… | El club de las escritoras.
» Lucía Magariños.
Tentador relato.
ResponderEliminarUn abrazo chatina !!.
¡Fantástica historia!.
ResponderEliminarSalu2.
Buenísimo.
ResponderEliminarUn abrazote.
Gracias por compartir uno de mis relatos! Me alegra saber que está gustando ^.^
ResponderEliminarBesos, y no precisamente de vampiro, jejeje