17 febrero 2014

Una historia de amor, República y muerte.

1.032 | Una historia de amor, República y muerte.
Relatos.

1.939
Arturo y Julia en Chiva (Valencia) durante la Guerra Civil (Público)

Arturo Lodeiro fue fusilado el mismo día de su boda. De hecho, nunca llegó a ver a Julia Muñón como esposa. Se casó en artículo mortis. El 27 de abril de 1.940, tras 10 meses encarcelado por estar afiliado a la CNT, Arturo contrajo matrimonio con el que había sido el amor de su vida, Julia. Ambos tenían una niña de dos meses. Apenas unas horas después, a la edad de 35 años, fue ejecutado.

¿Delito? "No consta", según señala el certificado de Instituciones Penitenciarias que da fe de su estrega al piquete de ejecución. "¡Lo mataron sin saber por qué! Es mi deber moral que esta historia se conozca", cuenta indignada Julia Mota, 69 años después de la ejecución de su abuelo.

En su última carta, horas antes de ser fusilado, Arturo daba cuenta a Julia de su última voluntad.

Adorada esposa:

En este momento realizo mi voluntad por lo cual puedo llamarte al final de mi vida, esposa mía, y a mi niña, hija verdadera. A pesar de que los momentos no son de los más agradables, al menos me cabe la alegría de haber cumplido contigo como Dios manda.

Ya, querida nenita, puedes llamarme esposo, y cuando hables a nuestra Julina de mí, le digas que su papaíto la quería mucho por ser hija tuya y por quererte como jamás quise.

Tú, Julia mía, procúrate una relativa y sana felicidad. No le des a  mi nena un padre que sea malo".

Julia encontró otro hombre y cumplió la voluntad de su marido de darle a su hijo un padre que no sea "malo".

A lo largo de 60 años, la viuda guardó cada una de las cartas que Arturo le escribió en diminutos papeles de tabaco de liar que le entregaba cosidos en los pantalones como si de diamantes se tratara.

Algunas eran de amor, otras trataban la realidad de la cárcel y otras, regañaban a Julia:

"Nena, te tengo dicho que no me mandes comida. Sé que tú no tienes y no puedo tolerar que tú pases hambre. No vuelvas a hacerlo".

Sin embargo, gran parte de los diminutos mensajes de Arturo a su mujer iban dirigidos a la educación de la pequeña recién nacida.

“No le eduques en la venganza, hazle saber la necesidad que tiene de querer".

Escribe el hombre, cerrajero de profesión, quien insistió vehemente en que Julia no guardara rencor a nadie por su ejecución.

"Ya sabes que no quiero rencores, acepta esto con la mayor resignación y considéralo como lo que es, un error".

Julia, su nieta, se crió escuchando a su abuela recordar la bondad de Arturo. "Cuando le preguntaban a mi abuela por él resumía su carácter con una anécdota. Una día de invierno Arturo llegó a casa sin chaqueta y cuando mi abuela le preguntó que dónde estaba el abrigo él respondió que se lo había dado a un que tenía más frío que él", recuerda Julia, quien describe a su abuelo como un "hombre de ímpetu, idealista y soñador".

Su abuela, Julia, no pudo siquiera recoger el cuerpo para darle entierro. A los días de su muerte, el cadáver fue entregado a los padres de Arturo, que desconocían que se había casado en prisión, para que fuera enterrado en el panteón familiar.

"En su tumba está escrito que murió el 10 de mayo, ocultando el fatal desenlace que tuvo mi abuelo", señala Julia.

"Mi único objetivo cuando difundo esta historia es que todo el mundo conozca lo que sucedió en España durante esos años. Que la guerra no fue de igual a igual. Que los dos bandos no son iguales. De pequeña pensaba que era una loca por como me sentía al pensar en mi abuelo.

Después encontré a más gente en esta lucha, unidos por una misma causa y, aunque sean malos tiempos para la memoria, es mi deber que esta historia se conozca", concluye la nieta de Arturo Lodeiro y Julia Muñoz.

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» Marcos Castro.

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