596 Guillermo Tell, el héroe de la independencia Suiza
La historia de Guillermo Tell es una de las más conocidas que nos ha llegado de la Edad Media. Según el popular relato, Tell era un habitante de Bürglen, en el centro de la actual Suiza, famoso por su puntería con la ballesta.
Hacía 1.276 provocó al gobernador del cantón de Uri, Hermann Gessler, negándose a inclinarse ante el símbolo de la autoridad del Imperio: un sombrero colocado en lo alto de un poste que estaba clavado en el centro de la plaza principal. El gobernador decidió castigar la afrenta y, aún a sabiendas de la fama de buen tirador de Guillerno, le obligó a disparar a una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo menor; si acertaba en el blanco le concedería la libertad, pero si fallaba sería arrestado.
Tell disparó y acertó a la manzana. El Gobernador le preguntó entonces por qué había preparado dos flechas si tan sólo podía haber lanzado una, a lo que Tell respondió que, de haber errado habría disparado la segunda fecha contra él. Gessler ordenó arrestar al insolente y llevarlo a prisión. Pero durante el traslado en barco, a través del lago de los Cuatro Cantones, se desencadenó una violenta tormenta y Tell aprovechó la confusión para escapar. Luego se dirigió al castillo del Gobernador situado en Küssnacht. Cuando Gessner llegó, lo mató con la segunda flecha.
¿Mito o realidad?
Esta singular historia ha suscitado siempre muchas dudas entre los historiadores.
En el siglo XVIII, Voltaire comentaba: "La historia de la manzana es muy sospechosa, y lo que la acompaña no lo es menos". En efecto, ningún documento contemporáneo recoge la historia y tampoco menciona el nombre del protagonista.
Las primeras versiones escritas de los acontecimientos mencionados datan del siglo XV, y la primera referencia a Guillermo Tell se encuentra en un texto de 1.470, en el que menciona a un personaje conocido como "Thall".
En realidad, la historia de un hombre valiente que dispara a una manzana colocada sobre la cabeza de su hijo se encuentra en leyendas medievales como la "Crónica danesa" de Saxo Grammaticus, fechada en torno al año 1.200, y en una antigua balada inglesa de Willian de Cloudeslee, entre otras.
Es, pues, muy probable que la historia de Tell fuera una adaptación de esas leyendas. El autor que ofreció el primer relato extenso del mito de Guillermo Tell fue Aegidius Tschudy, que escribió su "Crónica helvética" datada en 1.570.
Tshudy compuso su crónica con la única finalidad de agradar a todos sus posibles lectores, y a fin de cumplir con este propósito no dudó en inventar todo tipo de documentos.
La historia de Guillermo Tell estaba, además, relacionada con otra leyenda relativa a los orígenes de Suiza. Según el relato recogido por el mismo Tschudy, la muerte del Gobernador a manos de Tell constituyó la señal para una gran rebelión de los suizos contra el poder imperial. El movimiento partió de los tres cantones (distritos soberanos) del centro del país, Uri, Schwyz y Unterwalden, cuyos representantes, Walter Fürst, Werner Stauffacher y Arnold von Mechtal, se reunieron una noche junto al lago de los Cuatro Cantones, en un recóndito prado conocido con el nombre de Rütli. Allí juraron ayudarse mutuamente para liberarse de la servidumbre de los Habsburgo.
Rebelión en los Alpes
Aunque tanto la historia de Guillermo Tell como la del juramento de Rütli son leyendas que se originaron tiempo después, no dejan de tener un trasfondo histórico real. Hay que recordar que durante largo tiempo los territorios de la actual Suiza, a orillas del lago de los Cuatro Cantones, había estado bajo el dominio de diferentes señores feudales.
Tras la desaparición en 1.218 de la familia de los Condes de Zähringen, dueños de una buena parte del territorio suizo, los Habsburgo, la dinastía que rigió el Sacro Imperio Romano Germánico desde 1.273, intentaron extender su dominio por el país.
La apertura de los primeros pasos alpinos de Simplón y de San Gotardo aumentó el interés estratégico de esos territorios, que antaño habían estado muy aislados.
El afán expansionista de la familia de los Habsburgo hizo sentir a los cantones, sobre todo a las comunidades rurales que se sabían más indefensas, la necesidad de preservar sus privilegios como territorios libres, dependientes directamente del emperador.
En las comunidades alpinas existía una larga tradición de pactos y alianzas defensivas. Por su peculiar orografía, la dominación de los señores feudales era prácticamente inexistente: cada comunidad estaba regida por un gobernador (Landammann), una figura meramente representativa que solía ser el mayor terrateniente de la comunidad en cuestión. Los hombres libres prestaban un juramento para reforzar la autoridad del gobernador y asegurar de este modo la paz interna en su territorio.
Fue así como en 1.921, tras la muerte de Rodolfo IV de Habsburgo, las familias que acaudillaban los cantones de Uri, Schwyz y Unterwalden reforzaron su alianza para hacer reinar el orden en las tierras dominadas por los Habsburgo sin la intervención de éstos. Lo hicieron mediante un juramento escrito, celebrado ante un juez.
El texto empezaba así: "Por eso, toda la gente del valle de Uri, la totalidad del valle de Schwyz y la comunidad de la gente del valle inferior de Unterwalden, considerando la malicia de los tiempos, a fin de que puedan mejor defenderse a sí mismos y a los suyos y conservar un estado adecuado, de buena fe han prometido darse ayuda, consejo y favor con personas y bienes, dentro de los valles y fuera de ellos, hasta más no poder, contra todos y cada uno que pueda hacer fuerza, molestia o agravio a cualquiera de ellos, o hacer daño en sus personas o bienes".
El nacimiento de una nación
El resultado de este pacto fue más allá de lo esperado: poco después, Zúrich, cuidad dependiente directamente del Imperio, decidió sumarse al acuerdo, y otras ciudades libres y cantones no tardaron en imitarla, dando lugar con ello a una nueva confederación territorial.
Pero esta actuación de autogobierno y autodefensa no se avenía en absoluto con las pretensiones imperiales. En 1.315 se produjo un enfrentamiento entre los campesinos y los soldados enviados por el emperador para poner freno a sus repetidos ataques contra el convento de Einsiedein. La victoria de los campesinos en la batalla de Morgarten animó a otros territorios libres a unirse a los cantones centrales. El pacto fundacional de Rütli empezaba así a conformar un nuevo país de hombres y territorios libres: La Confederación Helvética.
Un héroe romántico
Con el tiempo, la liberación de los territorios de la Suiza Central y la Constitución de la primera alianza entre cantones quedaron encarnadas en un mito de extraordinaria fuerza, el de Guillermo Tell y su rebelión contra el Gobernador Gessler.
Elaborada en el siglo XV, la historia se divulgó con gran rapidez entre la población. Por ejemplo, hasta bien entrado el siglo XX se hicieron representaciones de teatro popular sobre la historia de Guillermo Tell. Sin embargo, puede decirse que fue en el siglo XVIII cuando Guillermo se consagró como un héroe de la libertad helvética.
En 1.736 se imprimió por primera vez la crónica de Tschudy, que desarrolla ampliamente los acontecimientos relacionados con el personaje, y esa obra sirvió de base para el amplio relato que el historiador Johannes von Müller incluyó en su "Historia de Suiza" publicada en 1.778. Gracias a esta obra, Tell se convirtió en el auténtico representante del espíritu nacional alpino y difundió por todo el mundo la imagen de los suizos como un pueblo pacífico, que vivía en armonía con la naturaleza que lo rodeaba y que había sido capaz de conseguir su independencia por medio únicamente de su propio valor.
Basándose en Müller, un gran escritor alemán, Friedich von Schiller, publicó en 1.804 una obra de teatro sobre el personaje que alcanzó resonancia mundial. A pesar de no haber estado nunca en Suiza, Schiller compartía el filohelvetismo tan de moda en su época, la idealización de los suizos como un pequeño pueblo que había conquistado su libertad frente al despotismo que dominaba en otros países.
Las ardientes frases del personaje de la obra de Schiller ("Lo que las manos alzaron, las manos pueden derribarlo. Dios nos dio la fortaleza de la libertad […] El reinado de los tiranos violentos es el más breve") hicieron de Guillermo Tell un símbolo de la libertad universal y un precursor de la lucha por los derechos humanos.
Publicado en… | National Geographic
Celso de Ourense (@moradadelbuho)
¡Impresionante artículo chico!, ¡me has dejado de piedra!, quien iba a decir que gracias a Guillermo Tell se iba a montar semejante historia.
ResponderEliminarUn saludo y te sigo leyendo.
¿Te imaginas que pase lo mismo en Catalunya?, pero bueno, me ha parecido una historia increíble, sea verdad o un mito hoy en día Suiza es una maravilla.
ResponderEliminarUn abrazo chico !!.
En todas las culturas y civilizaciones tiene que haber un antecedente histórico que aglutine todo lo que la sociedad ha alcanzado en el momento de iniciar la reflexión: En el caso de ANDALUCÍA, como ROMA tiene sus RÓMULO y REMO, nosotros tenemos una cultura fundacional, TARTESSOS, y unos reyes mitológicos HABIS y CARIBDIS, y aún un héroe más antiguo, ARGANTONIO....
ResponderEliminarEn todos los paises hay héroes de este tipo, de difícil demostración histórica. En España tenemos al Cid, dentro de lo que cabe, que tampoco es que fuese un héroe héroe. A mi la historia de Guillermo Tell me ha gustado desde siempre.
ResponderEliminarBicos ricos
Hay que ver lo que dio de si un personaje real o mitológico.
ResponderEliminarSalu2.
Recuerdo que había una serie sobre Guillermo Tell, pero leyendo este articulo nunca pensé que fuera el impulsor de la independencia suiza.
ResponderEliminarUn abrazo !!.
Guillermo Tell, sea ficticia o real, me encanta.
ResponderEliminarUn post estupendo.
Besos
Nela