565 +18 La fiesta de fin de año
Era de noche y estaba preparándome para asistir a la fiesta de fin de año de la empresa. Lo único que deseaba era que no estuvieras, no tener que verte, que no puedas darte cuenta cuánto deseaba estar contigo. Sabía perfectamente que no podíamos, que ambos teníamos nuestras historias, que trabajábamos juntos.
Llegué a la fiesta un poco tarde, me puse a charlar con otra gente y muy pronto te vi, animada como siempre, saludando a toda la gente a tu paso. Traté de distraerme y socializar pero no podía sacarte de mi mente.
Fui directamente a la cocina a traer algunas bebidas para quitarte de mi cabeza por un rato y como si nada, apareciste de improviso con tu amplia sonrisa preguntando como estaba.
¿Cómo estaba? Deseándote, pensando en ti pensando en que me hagas tuyo esa misma noche en esa cocina, pero no podía decírtelo, así que sólo respondí que estaba bien con una fingida sonrisa y te observé, en ese traje que te sentaba tan perfectamente y que tantas veces había soñado quitarte.
Luego me di la vuelta para dar por terminada la conversación y preparar las bebidas para llevar a la mesa, asumiendo que al no prestarte más atención te irías. Un par de segundos después sentí el roce de tus manos sobre mis hombros y la distancia cada vez mas pequeña entre nuestros cuerpos, pude sentir tu respiración en mi nuca, pero no me animé a voltearme porque aún no estaba seguro de lo que estaba pasando.
En esto te diste la vuelta y me besaste suavemente, como esperando una confirmación de mi parte, correspondí con un beso apasionado, buscando nuestras lenguas y acercando nuestros cuerpos para poder sentirte contra mí.
Innumerables sensaciones invadían mi cuerpo, el sabor de tus labios tan anhelados, el roce de tus pechos contra mi pecho, tus tímidas manos animándose a recorrer mi anatomía, el temor de que en cualquier momento alguien podía entrar y descubrirnos.
Me senté en la mesa de la cocina para poder sentirte aún más, los besos se volvieron en fuego, nuestras partes íntimas ardían de deseo, la respiración me entrecortaba y el corazón parecía salir de mi pecho, tus manos empezaron a recorrer tu pecho y mis pierna te acariciaba tu polla y ya no podía más, quería sentirme dentro de ti y sabía que tú también lo deseabas tanto como yo. Me susurraste que nos vayamos de esa fiesta, y ya ni recordaba que estábamos ahí solo podía pensar en hacerte mía.
Me arreglé un poco y salí primero a buscar un taxi para que nuestros compañeros no sospechasen, minutos más tarde subiste al coche indicándole al conductor que íbamos para tu apartamento. Subiste de forma instintiva a besarme apasionadamente, en un primer momento dudaste por el taxista, pero finalmente te rendiste.
Tus manos inquietas seguían descubriendo mi cuerpo por debajo de la camisa, te subiste sobre mí, tus piernas se abrazaron a mi cintura para tenerme aún más cerca y sentir toda la magnitud de mi deseo, al taxista pareció no importarle.
Me dijiste al oído que querías que te hiciese mía en ese mismo instante, mi jadeante suspiro te dio a entender que también lo querías. Me ayudaste a desabrochar mi abultado pantalón y dejar libre mi erguido miembro, bajaste tu tanga húmedo y finalmente te penetré.
No pudiste evitar soltar un ahogado gemido al sentirme dentro de ti, pareció sobresaltar por un instante al conductor que luego pretendió seguir pendiente del camino. Te estaba disfrutando tanto, me mordía los labios para no gemir ni gritar de placer.
Tus diestros movimientos de tu cadera me estaban volviendo loco, cada embestida te hacía temblar y no sabías cuanto más podría aguantar, cada vez aceleraba más y más fuerte presagiando el anhelado final. Finalmente me rendí y me dejé llevar por el placer aferrándote a mis hombros en un incontenible gemido. Sintiendo llegar mi orgasmo quería que acabara dentro de ti y me pediste que te llenara toda con mi leche, tus palabras me volvieron loco, ya no podía más y me dejé llevar explotando en un suspiro y dejando toda la tibieza de mi néctar en tus entrañas.
Minutos más tarde llegamos a mi apartamento, y durante esa larga y ardiente noche lo hicimos en la cama, en al alfombra, en la cocina…
Quería aprovechar cada momento de esa noche y de ti hasta dejarme exhausto, como si no existiera mañana.
Dormimos un rato, nos duchamos y en el amanecer tuvimos que separarnos e ir cada uno por su cuenta al trabajo, pretendiendo que nada había pasado cuando aún podía sentir el calor de tu cuerpo junto al mío.
Bruno Fernández (@BrunoFdz)