06 septiembre 2011

La leyenda inacabable de “María la Portuguesa” de Carlos Cano.

Imagen | Cancioneros.

María La Portuguesa La inexplicable muerte de Juan Flores, un pescador tiroteado por un guardia portugués, y su posible relación con una misteriosa mujer llamada María, inspiraron a Carlos Cano una de las más populares coplas y, 26 años después del suceso, la gente se sigue preguntando quien es María “La Portuguesa”.

El 5 de Enero de 1.985, Juan Flores, de 35 años, recibía dos disparos de un “guardinha” portugués, un tal Nunes, frente al Castro Marim (Portugal) acusado de pesca ilegal en las aguas de la desembocadura del Guadiana, y nadie sabe exactamente las razones por las que “le dispararon a 2 metros”, según relataron los testigos en el juicio.

Cuando el pescador murió, nació en torno a él una leyenda que Carlos Cano convirtió en canción al año siguiente, para crear María “La Portuguesa”, la copla, el fado, que cuenta una historia de amor entre un marinero muerto a tiros y María, una misteriosa mujer portuguesa.

La identidad de esta mujer se ha mantenido en secreto durante los años, y nadie sabe si realmente Juan Flores conocía en Portugal a María, pero sí hay historias en torno a su muerte que la familia aún no lo tiene claras.

Manuel Flores, su hermano, guarda todos los recortes de la prensa de la época, y llama especialmente la atención una fotografía, en la que aparece una mujer de unos 45 años con una corona de flores al lado del féretro que es trasladado al cementerio de Ayamonte.

“Sólo sabemos de ella que se llamaba María, pero no sabemos que relación tenía con mi hermano, ni por qué estuvo junto al cuerpo toda la noche”, dice a EFE Manuel.

Pero hay más, Manuel comenta que hasta que se inauguró el puente internacional en 1.991, la única forma de viajar entre Ayamonte y Castro Marim era en el transbordador, que se usó precisamente para transportar el cadáver del marinero, en el que la misteriosa María quiso embarcar, pero la familia lo impidió, “aunque, cuando el cuerpo llegó a puerto de Ayamonte, ya lo estaba esperando”.

“A veces queremos creer que la canción no tiene que ver con mi hermano, pero es verdad que hay muchas cosas que pasaron”, indica Manuel.

El hermano del fallecido, propietario de un bar, guarda como oro en paño, además, un cuadro que le regaló Carlos Cano, con la letra original de la canción, que el propio cantautor granadino se lo dio en una de sus visitas al pueblo para participar en el Festival de Música de la localidad.

Recuerda Manuel que fue un día “en el que el bar estaba lleno, y de pronto entró Carlos Cano y me regaló el cuadro, aunque no lo pude atender como me hubiese gustado precisamente por la cantidad de gente que había en el bar”.

Mitad leyenda mitad realidad, lo cierto es que Juan Flores dejó viuda y dos hijas de 4 y 8 años, unas niñas que sólo consiguieron del Gobierno Portugués una indemnización de 200.000 pesetas (1.202,02€), muy por debajo de los 2.000.000 (12.000€) que reclamaron en el juicio.

La canción ha supuesto una publicidad incalculable para una Ayamonte, localidad fronteriza de 21.000 habitantes que tiene el apelativo de “Puerta de España”, al ser el punto más al suroeste del territorio nacional.

Su alcalde, Antonio Rodríguez, se muestra orgulloso de la publicidad que ha supuesto para su pueblo: “Es incalculable el beneficio que ha podido suponer para Ayamonte, la cantidad de personas han decidido venir aquí por la canción, o que se han interesado por su historia y han querido visitar los lugares que cita la copla”.

Cuenta el edil como anécdota que en su etapa como alcalde el que fue consejero de la Junta de Andalucía Isaías Pérez Saldaña, era recibido en algunos pueblos con la canción de Carlos Cano, una especie de Himno Oficioso de Ayamonte.

En las noches de luna y clavel, de Ayamonte hasta Villareal, sin rumbo por el río, entre suspiros.
Una canción que viene y va, que la canta María al querer de un andaluz.
María es la alegría, y es la agonía que tiene el sur.

Que conoció a ese hombre en una noche de vino verde y calor.
Y entre palmas y fandangos la fue enredando, le trastornó el corazón.
Y en las playas de Isla se perdieron los dos, donde rompen las olas, besó su boca y se entregó.

Ay, María “La Portuguesa”, desde Ayamonte hasta Faro se oye este fado por las tabernas.
Donde bebe vino amargo, porque canta con tristeza porque esos ojos cerrados.
Por un amor desgraciado, por eso canta, por eso pena.

¡Fado!, fado porque me faltan tus ojos.
¡Fado!, porque me falta tu boca.
¡Fado!, porque se fue por el río.
¡Fado!, porque se va con la sombra.

Dicen que fue el “te quiero” de un marinero, razón de su padecer.
Que en una noche en los barcos de contrabando, p’al langostino se fue.
Y en las sombras del río, un disparo sonó.
Y de aquel sufrimiento, nació el lamento de esta canción.

Ay, María “La Portuguesa”, desde Ayamonte hasta Faro se oye este fado por las tabernas.
Donde bebe vino amargo, porque canta con tristeza porque esos ojos cerrados.
Por un amor desgraciado, por eso canta, por eso pena.

¡Fado!, fado porque me faltan tus ojos.
¡Fado!, porque me falta tu boca.
¡Fado!, porque se fue por el río.
¡Fado!, porque se va con la sombra.

¡Fado!, porque se fue por el río.
¡Fado!, porque se va con la sombra.

Fuentes | El Mundo; Andalucía Información.

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5 comentarios:

  1. Qué placer poder oir esta canción de nuevo, una pena que Carlos Cano no esté entre nosotros.

    Además desconocía esa leyenda relacionada con la canción, te ha quedado un artículo estupendo.

    Un abrazo.

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  2. Impresionante historia.

    Sea leyenda o no este artículo que ha quedado bien y con la canción que añadiste te ha quedado fabuloso.

    Salu2.

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  3. Una magistral canción canción de Carlos Cano precedida de esta leyenda "inacabable".

    Un abrazo.

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  4. La canción es preciosa, preciocísima.... No sabía la historia y me ha encantado. Sea cierta o no, es genial. Qué lastima de hombre, muerto tan pronto!.

    Bezos.

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  5. Adoro a Carlos Cano, bueno ahora a su música, porque es lo que le mantiene vivo. La canción es preciosa y la historia que cuentas, que desconocía, más todavía.
    Besos
    Nela

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