Imagen | Piensa y lee.
No sé por qué te escribo, mi corazón me empuja a hacerlo aún con la certeza de que jamás recibiré respuesta. ¿Cómo logro ahora, cuando ya no puedo mirarte a la cara, decirte que te extraño, que has sido uno de los seres más hermosos que ha llegado a mi vida?. Me inunda la congoja pensando en los sueños que dejaste a medio camino y en todo lo que hiciste por los demás, porque sí, sin pensarlo demasiado.
Lamento haber incurrido en tantos silencios, haber guardado tantas cosas. No recuerdo haber dicho que te quiero durante muchos años, pero seguramente tú, siempre inteligente y generosa, me has comprendido. Tu sobrada capacidad de amar te permitió sin duda perdonar una vez más mis debilidades y entendiste lo fácil que es dejarse querer sin dar las gracias.
La vida, sin duda, me hizo cómodo e indiferente, pero ahora al sentirme lejos de tu mirada me siento desamparado y temeroso.
Amaste la vida más que yo, tuviste siempre la energía y el amor necesarios para luchar y vencer los obstáculos. Fuiste para mi como un árbol generoso, debajo del cual me cobijaba cuan débil, herido, quebrado por la desilusión.
Verte avanzar siempre, con la cabeza erguida fue un ejemplo, pero más aún lo fue verte partir con tanta dignidad, me hiciste sentir vergüenza por mi debilidad.
Escribo esta carta obedeciendo a un vano deseo de comunicarme, sé que pretendo enviar mi mensaje a través de una línea muerta, pero ¿qué se puede hacer con los silencios que ahora revientan en palabras?.
Esta extraña fe mía, más deseado que sentido, me permite albergar el anhelo de que mi mensaje vague por el universo silencioso y que tal vez, sólo tal vez, en algún punto del trayecto el estallido de mi silencio, el dolor de los abrazos no dados, puedan irradiar luz y calor.
Quizás donde tú estés puedas reconocerlos y con tu compresión de siempre los recojas y los guardes contigo.
Puedo imaginar tu sonrisa al apretar mi mensaje contra tu pecho: “Gracias por haber sido mi hermana… te quiere tu hermano Rodrigo”.
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14.09.2011 | Algo se muere en el alma cuando un amigo se va: Cristina de “loNuestro”.
Autora (Carta original) | Piedad Álvarez Maestre.
Modificado por… | Rodrigo Rodríguez.
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Gracias por publicar esta carta...
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Que carta más bonita!, seguramente Cristina la estará leyendo desde el cielo y la foto es preciosa, imaginartela como un ángel.
ResponderEliminarSalu2.