La cena de los ex-alumnos.
Artículo … 1.540.
Categoría … El diario de Bruno Fernández.
Publicado por … Bruno Fernández.
Como cada año, los alumnos del colegio a lo que estudiaba cuando era pequeño, pues habíamos decidido que cada año haríamos una cena antes del verano para ver como íbamos evolucionando con el paso del tiempo y así, con esas personas a las que no teníamos roce durante el curso del año pues contar como había sido dicho año.
Por mi parte, el año pasado no pude acudir porque cuando acordaron la fecha para la cena, pues tenía turno de noche y me era imposible asistir, ya que no tenía a quién me cambiara el turno, por el cual uno de los asistentes me contó lo que había sucedido en dicha cena.
Tomando un café en la cafetería donde trabajaba hace años, pues me puso al corriente, y me contó que había uno que me tenía ganas desde la última vez, una persona que era la envidia personificada y que rajaba de todo quisqui. Esa persona no tenía ni oficio ni beneficio.
La cena de este año tenía una novedad, que si queríamos podíamos ir acompañados por nuestra pareja, por el cual me parecía perfecto, más que nada por la curiosidad de saber con quien estaba con quien, ya que yo conocía alguna de esas parejas, incluso habían contraído matrimonio.
En un principio se lo comenté a Pablo (mi niño) la idea de que me acompañara a dicha cena, en un principio no le hacía mucha gracia la idea, pero después de insistir, el niño cedió y decidió ser mi acompañante.
Un día antes de la cena, fuimos al centro comercial a comprar algo de ropa para el evento anual, por el cual, mi chico optó por unos pantalones vaqueros negros, una camisa blanca y una chaqueta (o americana) negra. ¡Que divino iba mi niño!.
Yo por mi parte, un poco más sencillo, solo me había comprado unos zapatos, ya que tenía en casa un traje perfecto para esa ocasión especial.
Llegó el día de la cena, hay estaban todos con sus acompañantes, y ahí estaba él (el envidioso), tomando una copa antes de ir cenar, se me acerca a mi, por el momento con buenos modales, sabiendo lo que tenía planeado para después.
Desgracias de la vida, me tocó en la misma mesa, allí estaba el envidioso y su pareja, un buen amigo con su mujer y yo con mi niño.
A medida que iba avanzando la cena íbamos conversando sobre nuestras cosas, lo bien que le iba a la segunda pareja y ya de paso lo bien que iba la nuestra, cosa que la del envidioso no iba por buen camino, la verdad.
Estuvimos hablando de nuestros coches, hasta que el envidioso soltó lo siguiente:
-- Pues yo el otro día me compré un BMW X3 maravilloso, va que te cagas. Bruno, ¿tú aún tienes el Nissan Qashqai? –.
-- Pues si, y no lo pienso cambiar por nada del mundo, tiene sus añitos, para que negarlo, pero mientras pase a la primera la ITV me doy por satisfecho –. Le respondí.
-- Yo tengo un Opel Astra del año 2007 y estoy contentillo con él –. Contestó el buen amigo.
Al parecer al envidioso no le gustó que hiciéramos mucho caso al coche que se había comprado, por el cual decidió atacar por otro tema.
Al parecer el envidioso entró en un terreno que no me gustó nada, cuando hizo la pregunta a Pablo (mi niño).
-- Oye Pablo, ¿te puedo preguntar en que trabajas? –.
-- Trabajo en el Mercadona, ¿por? –. Contestó Pablo.
-- ¿Y no te da vergüenza que un simple empleado del Mercadona salga con un enfermero?, sois de clases diferentes –. Le espetó.
-- ¡Ninguna!, es más prefiero ganar mi propio dinero y compartir los gastos, Bruno jamás se quedó con mi dinero. ¿Y tú? ¿En que trabajas? –. Contestó Pablo.
-- Llevo 5 años en paro, ahora es mi pareja la única que trabaja –. Contestó el envidioso.
-- ¿Y no te da vergüenza vivir de tu pareja y comprarte ese coche que tanto presumes, en vez de adaptarte a tu nueva "vida social"? –. Le dijo Pablo.
En ese momento, el envidioso se calló durante el resto de la cena, por el cual la contestación de Pablo le había dejado seco, levantando una leve sonrisa a las demás personas que estábamos en la mesa.
Pues eso, la contestación de Pablo le había dejado sin ganas de hablar durante toda la cena.
El resto de cena había transcurrido con total normalidad y cuando llegamos a casa me dice Pablo:
-- ¿Crees que me he pasado con "El envidioso"? –. Me dice Pablo apenado.
-- ¡Para nada!, yo también le había respondido de la misma manera, lo mejor es pasar de él –. Le respondí.
Nunca me había sentido tan dichoso de que mi chico "humillase" un poco al envidioso, creo que la próxima vez se pensará mejor en donde meterse.