La visita inesperada de Peter.
Artículo … 1.438.
Categoría … El diario de Bruno Fernández.
Publicado por … Bruno Fernández.
Para los que sois habituales de este blog, y en especial, para los que seguís mis andanzas personales seguramente os suene el nombre de Peter, aquel hombre que conocí hace años en Londres, cuando estaba un año aprendiendo más profundamente el idioma de Shakespeare.
Para los que no lo conozcáis, Peter trabaja como personal-shopper para algunas personas conocidas de la capital londinense y cuya lista de clientes se coloca algún futbolista de la Premier League.
Bueno, una vez que me despedí de él, al cabo de un tiempo me hizo una visita a A Coruña, donde pasó unos días y le enseñé algunas maravillas de la provincia y que, cuando nos despedimos me dijo que seguiríamos en contacto.
Yo siempre intentaba ponerme en contacto con él, porque no quería perder esa amistad que tenía con él. Nunca tuve respuesta de Peter. Y así pasaron las horas, días, semanas y ya tenía perdida la esperanza hasta que poco a poco me olvidé de él y empecé a comenzar mi vida sin él.
Después de varios años sin saber nada de él y que, una vez que ya tenía una relación estable con Pablo (que sabe toda la historia de Peter) pues un día se puso en contacto conmigo.
Yo estaba en la media hora del descanso y mientras desayunaba estaba mirando los mensajes que tenía pendientes por leer y hubo una que me llamó poderosamente la canción:
-- Dentro de poco estaré por A Coruña, espero que me estés esperando con los brazos abiertos –.
En un principio no conocía el número, pero mi respuesta fue la siguiente:
-- ¿Quien eres? –.
No tuve respuesta.
Eso me reventó, porque odio esos mensajes en los que lanzas una pregunta y no te contestan pero que si es en caso contrario, te exigen que contestes enseguida.
Y así estuve varios días, sin saber quien era el susodicho que me envió el mensaje.
A los pocos días, estaba en el turno de tarde y aprovechando la "hora del bocadillo" pues tenía varias llamadas perdidas de Pablo (mi nene), a lo cual me sorprendió y me preocupó.
Devolví la llamada, Pablo estaba en casa y me comentó que entrada la tarde había llegado Peter desde Londres, y que quería hablar conmigo. Parecía nervioso Pablo (y con razón), porque temía que con la llegada de Peter, la relación entre nosotros dos pudiese estar en la cuerda floja.
Al salir de trabajar (a las 22h15), tenía al pobre Pablo esperándome en la puerta del hospital, todo preocupado, yo le pregunté que hacía aquí, cosa que en este año y medio de relación nunca osó en venirme a buscar. Lo notaba preocupado.
De camino a casa me contó todas sus preocupaciones y que le inquietaba mucho la visita de Peter. Yo le dije que estuviese tranquilo, que sabría como actuar ante tal situación.
Cuando llegamos a casa, ahí estaba él, sentado en el sofá, lo notaba muy cambiado, hasta lo notaba más guapo, se levantó y me dio dos besos y que tenía algo muy importante que contarme.
Preparamos la cena y a medida que íbamos cenando nos estuvo contado sus planes: Que quería instalarse en España para poder trabajar como "personal-shopper" y que sería ideal que fuese en A Coruña para montar su propio negocio y así poder estar más cerca de mí.
Me quedé sorprendido y Pablo cada dos por tres preguntándome: ¿Que dice? ¡Tradúceme por Dios!. A lo cual lleve a Pablo a nuestra habitación para poder comentarle a solas sobre lo sucedido.
Le expliqué todo, Pablo se puso nervioso, yo le acaricié la cara diciéndole que por nada del mundo lo cambiaría por Peter.
Cuando volvimos otra vez le comenté a Peter lo sucedido: Que estaba con mi niño, que estuve varios años llamándole sin obtener respuesta y ahora con toda la jeta venga a España para instalarse para quedarse cerca de mi ¿A santo de qué?.
Su respuesta fue clara:
-- Te echaba de menos y que quería estar conmigo –.
Me quedé flipado, sin saber que contestar, le dije que no iba a conseguir nada.
Estuvo varios días con nosotros hasta que lo acompañamos al aeropuerto y con un apretón de manos nos despedimos para siempre.