1.085 | Destino Londres: Los preparativos.
El diario de Bruno Fernández.
Llega un punto en la vida de una persona que necesita cambiar de aires, conocer otros destinos y así cambiar el chip de nuestra vida e intentar mejorarla tanto mentalmente como anímicamente. En mi caso, se me había juntado varios problemas y alguna alegría, aunque pensándolo bien y fríamente eran más bien alegrías.
Necesitaba un cambio de aires, iba siendo hora de que pensase un poco en mí porque como decía mi madre de pequeño: "Intenta disfrutar de las cosas bonitas, conoce otros lugares, si ves una oportunidad… ¡aprovéchala!, porque cuando pasen los años y te des cuenta, te arrepentirás de no haberlo hecho". ¡Qué razón tenía mi madre!.
Hubo una temporada en que se me juntó todo: el nacimiento de mi hijo (alegría), el fallecimiento del hijo de puta de mi padre (indiferencia), el maltrato psicológico de mi primer novio (los peores meses de mi vida), entre otros problemas personales. En definitiva una temporada que me daban de tirarme desde lo alto de la Torre de Hércules de cabeza.
Pero todo llegó cuando terminé los cursos de inglés de la Escuela de Idiomas y haber terminado el curso de "Traducción e interpretación" de inglés. Cuando el profesor se dirige a mi y me propone pasar un año en Londres para así perfeccionar el idioma con otros alumnos notables de dicha escuela.
En un principio le dije que "no había problema", que tenía que solucionar unos asuntos pendientes para así poder disfrutar de ese "año sabático" que tanto merecía. Tenía de plazo 15 días para decidirme porque una vez pasados esos días ya tendría que estar volando para la capital de Inglaterra.
El único problema que tenía era el de pedir la "excedencia" en el trabajo, porque una vez que quieras regresar, no tenías la plaza fija e igual te mandaban a otro hospital o residencia lejos de tu casa.
Hablando con el que llevaba el asunto de las de las excedencias me dijo que no me preocupase, me disfrutase de ese año merecido y que colocarían a un "interino" para cubrir mi vacante. Por lo cual respiré aliviado.
Otro asunto pendiente era la madre mi hijo, porque le había prometido que nada más nacer el crío le iba a pasar una pensión mensual para ayudarle con los gastos que éste me proporcionase y así de paso de vez en cuando pasar algún que otro fin de semana en tierras londinenses y conocer la ciudad, que tenía ganas de visitarlo. En resumen, que no le puso pegas y que no me preocupase.
También lo hablé con mi madre, que de aquellas aún seguía viviendo con ella antes de mudarme al pisito de soltero. Me dijo que no me preocupase, que era hora de que pensara en mí y que disfrutase lo máximo que pudiera en Londres. ¡Te quiero mamá!.
Todo eso lo solucioné en una semana, por el cual un día que tenía libre me acerqué al despacho del profesor para confirmar mi asistencia en Londres.
Al cabo de 15 días ya tenía todo preparado para emprender esta aventura que me esperaba y que me presentase en el aeropuerto de Alvedro a tal hora para coger el avión e ir a Madrid para hacer el transbordo que nos llevaría a la capital inglesa.
Pero eso será en la próxima hoja de "El diario de Bruno Fernández".
» Bruno Fernández.