412 La Batalla de Rande
Pintura que representa la "Batalla de Rande" (La Guarida de Viriato)
En 1.702, las costas gallegas fueron escenario de los más cruentos combates navales que recuerda la Historia de Europa. Por aquel entonces, el continente se debatía en un conflicto de grandes dimensiones, en el que estaba en juego la sucesión a la Corona de España.
La posibilidad de que Felipe de Anjou, nieto del Rey Sol, accediera al trono español, provocó la enérgica reacción de las demás potencias, temerosas de ver unidos el poderío militar y económico francés con el inmenso potencial del Imperio Colonial español.
El 11 de Junio de 1.702, zarpaba de La Habana (Cuba) rumbo a Cádiz la "Flota de Indias": 19 galeones españoles, escoltados por 22 buques franceses, transportaban el más valioso cargamento de jamás había cruzado el Atlántico. Pero mediada la travesía, descubrieron que una poderosísima escudería anglo-holandesa los estaba aguardando en el Cabo San Vicente. Así que el almirante Manuel de Velasco, siguiendo los consejos de un piloto gallego, puso rumbo a la Ría de Vigo, en la que entraron el 22 de septiembre.
Nada más enterarse de que los barcos de Indias han puesto rumbo a Vigo, el duque de Barbazón, Gobernador y Capitán General de Galicia, se lleva las manos a la cabeza. Él conoce mejor que nadie el lamentable estado de las fortificaciones de la ría (el marino que propuso Vigo, estaba realmente mal informado) y la carencia de tropas regulares en la región, debido a las necesidades de la guerra, cuyo escenario de operaciones se hallaba entonces en Italia y Andalucía. Galicia había quedado desguarnecida.
El convoy buscó refugio en la Ensenada de San Simón, comenzando inmediatamente los preparativos para la defensa: el paso de Rande fue obstruido por una barrera de toros, cables y pequeñas embarcaciones, al tiempo que se reclutaban apresuradamente milicias para reforzar los dos pequeños fuertes existentes a cada lado del estrecho. Paralelamente, 1.200 carros del país fueron requisados para transportar las mercancías a Madrid.
Además, para reforzar la defensa, cerraron el canal con una estacada formada por cadenas, leños y gruesos cables que iban de uno a otro fuerte. Pese a todas estas medidas de emergencia, el Jefe de la Flota de Indias, el general Velasco, seguía sin tener claro la seguridad del valioso cargamento que transportaban los galeones.
Un mes fue exactamente el tiempo que tardó Rooke en descubrir el paradero de la "Flota de Indias", y el 22 de octubre entraba en la Ría la escudería más grande que por aquí se hubiera visto.
El primer cometido de los anglo-holandeses era tomar los Castillos de Rande y Corveiro, lo que lograron al día siguiente sin grandes dificultades. Entonces comenzó la gran batalla.
La artillería francesa consiguió contener al contrincante los primeros envites. Así fue hasta que el "Torbay", buque insignia británico, y armado con picos, logró romper la barrera que impedía el paso del estrecho. La flota rival pudo ya penetrar en el hondo de la ría, donde la falta de espacio para las maniobras no dejó otro recurso que el abordaje.
La encarnizada lucha cuerpo a cuerpo se combinó con el uso de numerosos materiales incendiarios, provocando un espectáculo dantesco y espantoso. La diferencia numérica entre una escudería y otra era muy grande, y aunque los franceses se batieron valerosamente, la derrota se hizo inevitable.
Fue entonces cuando el comandante de la flota mercante española, que carecía de medios de defensa, ordenó hundir los buques para evitar que cayesen en manos enemigas. Mucho se ha especulado sobre la posibilidad de que los Galeones españoles si fueran a pique cargados de incontables riquezas, cimentando así la leyenda del "Tesoro de Rande".
Incluso hoy en día, fueron numerosas las expediciones que lo buscaron. Es probable que la parte más valiosa del cargamento tuviera partido ya hacia Meseta, durante el largo mes que estuvo la flota en la ría. Sin embargo, no se puede descartar que una parte importante permaneciera aún en las bodegas de las naves. Eso parece indicar los 4.000.000 de pesos que llevó el enemigo, y que junto con los siete buques de guerra capturados y seis galeones, constituyeron un considerable botín.
El que sí está a excepción de toda duda es que la "Batalla de Rande" fue una carnicería. Del bando franco-español cayeron 2.000 hombres, mientras que los muertos ingleses y holandeses fueron unos 800. También está claro que fue un desastre para los derrotados. Los franceses perdieron sus mejores buques de guerra, y los españoles se quedaron sin barcos para hacer la carrera a Indias.
Y mientras nuestro país procuró olvidar enseguida tan amarga derrota (al que contribuyó no poco el relativo éxito en el balance total de la guerra, que permitió la consolidación de los Borbones en el trono), la victoria de Inglaterra y Holanda que consiguió una enorme difusión en toda Europa y que fue celebrada durante largo tiempo.
La "Calle de Vigo", en pleno centro londinense, sigue recordando a los británicos la gran trascendencia que este hecho de armas tuvo, al igual que Julio Verne inmortalizó los "Tesoros de Rande" en su novela "20.000 leguas de viaje submarino".
Fuente | Cangas
Celso de Ourense (@moradadelbuho)