286 Los 3 controles de alcoholemia
El “Y todo esto que te cuento” de hoy quiero destacar una cosa: Siempre he valorado el trabajo de la Guardia Civil y que si hacen controles de alcoholemia será por nuestra seguridad y que conste que no tengo nada en contra de ellos… simplemente hacen su trabajo.
Cuando saqué el carnet de conducir, allá por el año 2.007 (y que en otra ocasión os contaré porque fue una aventurilla), tuve la suerte de no parar en un control de alcoholemia y como estamos ya en abril del año 2.012 solo me pararon 3 veces para soplar.
Pero no fueron 3 días distintos, fueron 3 controles en un intervalo de 45 minutos… ¡eso es tener puntería! y esto es la historia del post de hoy.
Verano de 2.009… noche del 14 de agosto… Fiestas de San Roque (Celanova) a unos 35 – 40 kilómetros de la capital ourensana.
Llevaba varios días planeando ir a dichas fiestas porque tenía unos amigos residentes en Celanova y me habían convencido para que fuese a las fiestas del San Roque en Celanova, a lo cual accedí encantado ya que tenía medio de transporte para pasar tan magnífica noche.
Llegué sobre las 22h30, y ya me estaba esperando uno de ellos, ya que más tarde vendrían toda la “tropue”. Una hora mas tarde estábamos casi todos reunidos, en una de las terrazas de las cafeterías contando lo que nos había pasado durante la semanas entre risas para después dar un paseo y ver el ambiente verbenero que se respiraba por Celanova.
Eran sobre las 4h30 de la madrugada y yo ya no aguantaba más, evité el alcohol porque de camino de vuelta a casa ya sabía de un punto estratégico en donde la Guardia Civil te iba mandar parar para que soplaras.
Cogí mi astrita (Opel Astra de 2ª mano de 1.999) de vuelta de camino a casa, puse mi CD favorito de Olga Tañón y hacer el recorrido Celanova-Ourense y calculé que tardaría unos 50 minutos en volver a casa, sobre todo porque era de madrugada había una parte de la carretera en que no había farolas y claro… ir despacito no vaya ser que te despistes y te estampes en una curva oscura.
Cuando ya estaba fuera del límite del Celanova, unos kilómetros más adelante y justo donde yo había previsto que había un control de alcoholemia, un Guardia Civil me mandó parar y con toda la educación del mundo me dijo que me iban a hacer un control de alcoholemia (no iba a pararme para darme las buenas noches xD), que quitara el pitorrito del plástico lo colocara en el artefacto ese y que soplara hasta que el me mandara parar.
El resultado fue 0,0… el Guardia Civil me dijo el resultado y me dijo que circulara con precaución.
Bien… hasta ahí todo bien.
Seguía conduciendo, todo tranquilo y cuando a lo lejos ya podía ver las luces de la ciudad de Ourense, cual fue mi sorpresa de que había otro control de alcoholemia… el mismo procedimiento y todo bien, como en el primer control.
Yo ya un poco mosqueado me dirigía para casa y cuando estoy a unos metros de llegar a casa… ¡veo otro coche de la Guardia Civil!… y yo pensando: “no puede ser”, “esto debe de ser un sueño”, “no me puede ocurrir a mi”.
Y efectivamente… me mandan parar, eso si, se dirige otro Guardia Civil (calculo que debía de tener entre 40 y 50 años) y me dice con un tono sereno, tranquilo y con buenas palabras:
-- Buenas noches caballero, ¿tiene usted hecho el control de alcoholemia? –.
-- Sí, es la tercera en 45 minutos que paran para realizar dicho control, agente –. Le contesté educadamente.
Y al parecer mi contestación educada y con buenas formas digamos que “irritó” un poco al agente y me suelta:
-- ¿Es la tercera vez que le paran en 45 minutos, puede indicarme desde donde se dirige y en donde le pararon para realizar dicho control? –. Ya en un tono serio.
-- Pues vengo de Celanova agente, el primer control me lo realizaron el A Manchica, y el segundo control a la altura del Carrefour (A Valenzá) aquí tengo los capuchones señor agente –. Ya un poco mosqueado.
Y ahí ya se cabreó un poco más el Guardia Civil y me suelta:
-- ¿Me está usted vacilando? –.
-- ¿Porque le iba vacilar agente?, no es mi estilo vacilar a un agente de la autoridad –. Le espeté.
Mientras le contestaba vi como al agente se le hinchaba la vena del cuello, como le sucede a María Patiño y ya para rematar me dice:
-- Por favor, muéstreme su carnet de conducir y el resguardo del seguro –.
Y yo pensando mientras buscaba el papelito del seguro en la guantera: “Ala, ya lo cabreé, seguramente me tenga aquí retenido sabe dios cuanto tiempo”
Una vez enseñado carnet y seguro, el agente me mandó soplar y todo normal, cuando llegué a casa ya estaba amaneciendo.
Al día siguiente cuando le conté la aventura a los amigos, estos se descojonaron de la risa y yo todo enfurecido: “había que veros a vosotros”.
Lo dicho si en una noche os mandan parar tres veces, tranquilidad… no os calentéis.