218 Sueño de invierno No recomendado para menores de 18 años
De pronto despierto, estoy sentado en un sofá bastante cómodo, miro a mi alrededor y me veo en una habitación bastante amplia de paredes blancas, frente a mi un ventanal de pared a pared por el cual se puede apreciar el océano, la claridad de una mañana fría de invierno entra por la ventana, unas gaviotas revolotean en el horizonte y las olas golpean con insistencia las rocas, dentro de la habitación la temperatura es agradable, giro un poco mi cabeza para mirar por completo el lugar donde me encuentro y diviso a mi espalda una chimenea en la cual arden algunos leños, una música suave (Enya) hace más grato el lugar.
Me miro y me doy cuenta de que estoy completamente desnudo, cubierto únicamente por una bata blanca abierta de par en par, trato de recordar por un instante que pasó la noche anterior, no recuerdo el motivo ni las circunstancias por las cuales estoy en ese lugar, de pronto se abre una puerta, apareces tú completamente desnuda, no dices nada, solo me miras, guiñas un ojo, te acercas a mí lentamente, tu pelo húmedo y un aroma especial en tu piel deja ver que acabas de darte un baño, llegas frente a mí, puedo ver tu siluete, tus senos contoneándose por el movimiento, no puedo evitar mi excitación y una erección asoma en mi pen, me besas en la boca, sonríes, besas mi cuello, bajas lentamente hasta mi pecho.
Siento tu mano bajar lentamente por mi estómago para terminar aferrándose a mi pene, me besas suavemente, pasando tu lengua por mi piel, te arrodillas frente a mí y mirándome a los ojos me besas suavemente en la punta de mi entrepierna, puedo apreciar como la excitación hace que este se hinche aún más, luego y lentamente lo introduces por completo dentro de tu boca sin quitar tus ojos de los míos, lo único que atino a hacer es respirar hondo intentando contener mi excitación, puedo sentir tu lengua moverse por el contorno dándome mayor placer, luego apartas tu cabeza y lo besas nuevamente, te aproximas a mi y dándome un beso en la boca tomas mi mano y me invitas a seguirte.
Yo, olvidando por completo los motivos por los cuales estoy en ese lugar, y ya sin interés de saberlos, me dejo llevar, caminamos por la habitación hasta una escalera, yo te sigo, subimos y mientras subimos puedo apreciar por completo tus glúteos bien formados, un escalofrío de deseo recorre mi espalda, entre tus piernas puedo mirar sin dificultad tu sexo húmero, mi deseo aumenta aun más, en el descanso de la escalera no puedo soportarlo más, te detengo y te llevo contra la pared.
Me aferro con fuerzas a uno de tus senos mientras mi otra mano baja lentamente hasta llegar a tu sexo, la humedad de él se deja sentir al primer contacto, con mis dedos abro lentamente tus labios vaginales, comienzo a mover suavemente mis dedos dentro de ti, la lubricación producida por la excitación permite un perfecto acometido para mis dedos, los cuales entran suavemente deslizándose hacia tu interior, te beso intentando llegar con mi lengua hasta tu alma, luego succiono con dulzura tus pezones, mi mano comienza a moverse con mayor rapidez dentro de tu sexo, de pronto e inusitadamente me apartas de ti, un “espera” tembloroso aparece en tu boca, tomas nuevamente mi mano, en ella sientes la lubricación causada por tu vagina, me miras, sonríes y me invitas a seguirte.
Llegamos a un segundo piso muy similar a la habitación anterior, el gran ventanal también está presente en este lugar, incluso la chimenea, lo único que lo diferencia es una mullida alfombra también blanca, y una cama completamente redonda, sobre lo que se podría llamar respaldo de esta cama un espejo de dimensiones gigantescas, el cual permite ver con completa claridad todos los movimientos que hacemos.
Me besas y me despojas de la bata, la cual hasta ahora solo estorbaba, nos besamos, yo acaricio tus glúteos, tocándolos por completo, jugando con mis dedos entre ellos, toco tu sexo, introduzco mis dedos en él, tu tomas mi pene y comienzas a moverlo con fuerza mientras nos besamos, te tomo y te acuesto de espaldas sobre la cama, la cual tiene un suave cobertor de piel, miro hacia un lado y sobre un mueble puedo apreciar una gran pluma blanca, la tomo y con ella comienzo a rozar suavemente tu piel, partiendo desde tus hombros, tu cuello y jugueteando sobre tus senos, tus pezones se ponen duros, a punto de estallar al contacto con la pluma, su suavidad te excita sobremanera, pero no hacer nada para detenerme, al contrario, te entregas dócil al placer, bajo un estremecimiento recorre tu cuerpo el cual ya no lo puedes dejar quieto por el roce de la pluma.
Tus piernas se mueven una y otra vez aumentando la excitación de tu sexo, paso por tu vientre llegando a tus caderas, entretanto puedo ver como tus manos se aferran a tus senos, el placer te ha llenado por completo, dejo la pluma y acerco mi boca a tu sexo, comienzo a lamer suavemente tus bellos púbicos, tú te giras y comienzas a besar mi sexo, suavemente lo introduces en tu boca, la imagen reflejada en el espejo permite ver el afán con que nos entregamos a nuestra labor, estamos a punto de estallar, nos separamos por un instante, nuevamente te acuestas en la cama.
Yo me posiciono sobre ti, tomo tus piernas y las llevo a mis hombros, tomo mi sexo y lo dejo en la abertura del tuyo, ingreso en ti solo un poco, entro y salgo lentamente, me pides más, me pides que entre más en ti, yo no hago caso y continuo con solo una parte de mi pene dentro de ti, cada vez me pides más y más, prácticamente gritando, bajo una de tus piernas, dejando sólo una apoyada en mi hombro, y suavemente me deslizo más dentro de ti, al unísono con esto la respiración se nos hace más corta, la transpiración inunda por completo nuestros cuerpos dejando húmeda la cama.
Un hormigueo comienza a sacudir nuestros cuerpo, tu sexo arde, el mío también, tus quejidos inundan el cuarto y con los míos formamos un coro amor, un orgasmo nos sacude a ambos haciéndonos apretar con más fuerzas el uno al otro, tú aprietas con fuerzas mis glúteos procurando no perder ningún movimiento de pasión, estallamos, nos descontrolamos y terminamos tendidos uno junto al otro, extasiados por el placer, agotados por la batalla de nuestras pieles, y la entrega de tanto amor.
De pronto, el teléfono suena, despierto en mi habitación, es sábado por la mañana, del otro lado de la línea aparece tu voz:
-- ¿Estás durmiendo? –. Me preguntas.
Fue solo un sueño…
Imagen | Apuntes desde mi alcoba