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ADVERTENCIA: RELATO NO RECOMENDADO PARA MENORES DE 18 AÑOS.
Todo pasó un sábado por la tarde. Ese día no iba a salir porque mis amigos estaban de exámenes, yo había acabado hace poco y como no me apetecía estar en casa, decidí ir a nadar un rato. Llegué a las piscinas y me cambié. No había casi nadie, a esa hora pocos éramos los colgados que íbamos a nadar.
Bajé a las piscinas cubiertas. Solo había 3 personas. Un viejo que justo se iba, un tío con pinta de nadador y una tía de unos veintimuchos que estaba buenísima. Me metí en una de las calles libres y me quedé quieto sintiendo lo tranquilo que estaba todo. No había ni un ruido más que el ruido que hacían los otros al nadar.
Entonces la chica pasó a mi lado y me fijé más detenidamente en lo buena que estaba. Tenía un culo perfecto, bien marcado por el bañador. Los pezones se transparentaban por la humedad del bañador, tenía unas tetas ni muy grandes ni muy pequeñas, en su punto, bien tiesas. ¡Como me esta poniendo!, empecé a notar que me empalmaba y como no me parecía lugar empecé a nadar para quitármelo de la cabeza.
Al cabo de un rato el tío se marchó. Cada vez que descansaba no podía evitar fijarme en ese par de tetas que se dibujaban con el bañador. En una de estas la tía se sentó en el bordillo de enfrente y empezó a hacer estiramientos. No pude evitarlo y le miré fijamente a la entrepierna. Quizá fuera mi imaginación pero vi marcados los labios y eso me mató.
Irremediablemente mi polla empezó a crecer. No podía apartar la vista de su coño cuando de repente me di cuenta de que me miró. Me pareció verle una sonrisa y se metió dentro del agua. No sabía que hacer, estaba completamente empalmado y muerto de vergüenza por la pillada, así que decidí subir a los vestuarios.
Me quité el bañador para ir a ducharme y justo después apareció el nadador. Me pilló ahí solo desnudo en medio de los vestuarios con la polla más tiesa que nunca, me miró y sonrió.
Me dijo:
-- La tía esa te ha puesto a cien, ¿eh? –.
-- Sí, lo siento (me disculpé, ya que no me parecía bien estar así en el vestuario) –.
-- Tranquilo hombre. Esa tía pone malo a cualquiera. Ya te he visto como la mirabas –.
-- Ya te digo. Me he tenido que subir al vestuario porque no podía más –. Le dije.
-- Pues nada, una ducha fría y terminado –.
Le asentí sonriendo y me fui para las duchas. Aún seguía con el pene más duro que una piedra, y la ducha no era lo que más me apetecía en ese momento. Me enjabonaba todo el cuerpo mientras me acordaba de esas tetas. Me apetecía más que cualquier cosa chupar esos pezones duros y grandes y tocarle todo su coño con la mano. ¡Joder!, que ganas tenía de echar un buen polvo.
Mientras me enjabonaba no puede evitar tocarme la polla y sobármela un poco. Empecé subiéndome y bajándome la piel suavemente, luego me masajeé los huevos pasando suavemente por el culo. Era fantástico, estaba más cachondo que nunca, casi se me olvidó donde estaba porque sin darme cuenta empecé a hacerme una paja en toda regla.
De repente llegó el nadador… ¡Joder, otra pillada!. Las duchas eran comunes así que yo ya no sabía ni dónde meterme. Me miró y se rió.
-- No te convenció lo de la ducha fría ¿eh? –.
-- Lo siento otra vez, no he podido evitarlo –. Le respondí.
-- No pasa nada tío, es normal entre tíos. La verdad es que esa tía a mi también me pone a tope. Suele venir a esta hora y como no hay nadie yo también me la suelo cascar a menudo –.
Yo me reí nervioso. No me podía creer esta conversación con un tío que no conocía de nada.
-- Si no te importa, yo también me la voy a cascar –. Me dijo.
-- Sin problema –. Le respondí.
Seguí duchándome mientras el comenzaba a tocarse la polla. Yo no sabía que coño hacer, pero al ver que el tío iba en serio y yo estaba más caliente que ni sé si seguir masturbándome. Le miré de reojo y ya estaba completamente empalmado. Tenia una polla descomunal, al menos comparada con la mía que tiene 15 cm por 4 cm de grueso.
Ahí estábamos los dos haciéndonos una grandiosa paja en silencio, solo se oía el ruido del agua de la ducha y nuestros gemidos de vez en cuando. Estaba cachondísimo y no tardé mucho en soltar 3 chorretones de leche, creo que mis gemidos animaron al otro porque a continuación se corrió también, le miré y vi que tenía el pelo rasurado y los huevos depilados, algo que llevaba tiempo pensando en hacer.
Limpiamos todo y nos vestimos mientras hablábamos de lo buena que estaba la chorba esa. Si ella supiera…
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