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En 1.919 cuando A Coruña era todavía capital de Galicia, se reúne en Santiago de Compostela la “Asamblea” de “As Irmandades da Fala”. Intelectuales como los Hermanos Vilar Ponte, Losada Diéguez, Risco o Cabanillas, acordaron celebrar, el 25 de Julio del año siguiente, el “Día de Galicia”.
La revista “A Nosa Terra”, como órgano de expresión de “As Irmandades”, festejaba desde sus páginas el 25 de Julio de 1.920 el primer “Día de Galicia”, al que se refiere como una fecha “de lembranza da Patria natual que dende antigo, como agora e sempre, ha ser a única patria verdadeira do home”.
La celebración del Día de Galicia de 1.920 fue conmemorada solamente en algunos pueblos, pero al año siguiente, según destacaba “A Nosa Terra”, “xa foi con mais solemnidade e en case todo-los pobos da patria”.
Los años iniciales tuvieron lugar celebraciones muy festivas en toda Galicia e incluso fuera, con música y panfletos, que difundían la ideología galleguista. “A Nosa Terra” alentaba desde sus páginas la celebración del 25 de Julio y la utilización del la lengua gallega. El significado que en ese momento se le dio al “Día de Galicia” era el de un día de recogimiento, comunión, alegría… para todos los gallegos, “un acto externo para que moitos dos nosos compatriotas se dean conta do que son, da terra nai, á que teñen que volver se queren ser algo. Desta maneira despertarán do seu sono e traballarán nun futuro glorioso”. Era también un día de fe en el porvenir, en la fortaleza de la raza y en todos los gallegos.
Pero el estilo de las proclamas de “A Nosa Terra” cambia radicalmente de un año para otro. La Dictadura de Primo de Rivera, además una férrea censura, impedía la celebración en público del “Día de Galicia”, lo que se trasladó a las páginas del semanario en forma de desánimo y de exhortación hacia la celebración interior. Una celebración íntima porque “é no íntimo, entre nós e dentro de nós, onde temos que festexar o día noso”. A pesar de la censura, la revista de “As Irmandades da Fala” se reafirmaba en sus convicciones y su deseo de lograr para Galicia la libertad y el desarrollo “progreviso da nosa cultura e vigorización do sentimento galeguista”.
En 1.930, con la retirada del dictador, el optimismo vuelve a las página de “A Nosa Terra” y el 25 de Julio se puede celebrar públicamente. Al año siguiente los galleguistas festejaban su día coincidiendo con las Cortes Constituyentes que habían de aprobar la próxima Constitución Republicana Española. En ella también “As Irmandades” puesta su esperanza, y así lo reflejó “A Nosa Terra”: “Fumos nós quenes creamos o ambente galeguista que hoxe respírase en Galicia. Nós fumos quenes maxinamos e estructuramos unha Galicia nova e libre. Por eso agora que a nosa idea patriótica pode acadar posibilidades de feito o noso corazón brinca máis emocionado ca nunca e temos ante os ollos, con toda a súa crudeza, a responsabilidade da labor realizada e da nosa actuación futura”.
Las celebraciones del “25 o Santiago”, como se decía antiguamente, volvieron a retomar el carácter festivo que las caracterizó en un principio, sobre todo tras el Referéndum Popular, el 28 de Junio de 1.936, del primer Estatuto de Autonomía de Galicia. Más de un millón de gallegos participaron en la votación. De ellos, 999.351 dieron el “¡Sí!” al autogobierno.
Parecía que por fin los gallegos verían alcanzado parte de su sueño, pero la Guerra Civil dejó inconcluso el proceso autonómico del 36. La censura ideológica que impuso el General Franco (gallego, a pesar de todo) redujo de nuevo las celebraciones del “Día de Galicia” a una misa por Rosalía de Castro en Santo Domingo de Bonaval y al nivel más íntimo, el del propio pensamiento. Sólo los gallegos en la emigración podían celebrarlo, con la lógica morriña de la diáspora.
Así lo hizo una de las personalidades más destacadas de la historia de Galicia y mayor ideólogo del nacionalismo gallego: Alfonso D. Rodríguez Castelao. Lo hizo en el Centro Gallego de Buenos Aires (Argentina) el “Día de Galicia” de 1.948, no sólo en el que fue su último discurso en público, sino también su última creación intelectual. A Galicia, pues, la dedicó. Se titulaba “Alba de Gloria”, un discurso en el que expresaba la “saudade” de los emigrados y daba forma a una imaginaria Santa Compaña formada por todos los personajes de la historia de Galicia, gallegos inmortales que Castelao inmortalizó en este discurso que constituye un espléndido repaso a nuestra historia.
Cuando el franquismo comenzaba a tocar su fin junto a la salud del dictador, en los 60, empezaron a organizarse manifestaciones nacionalistas con motivo del “Día da Patria Galega”, denominación que se acuñó en 1.973 y que hoy perdura. Con la llegada de la democracia se aprueba el “Proyecto del Estatuto de Autonomía de Galicia” por la Xunta preautonómica el 25 de Junio de 1.979. Tras su presentación en el Congreso de los Diputados y su redacción definitiva, se somete a la votación popular el 21 de Diciembre de 1.980. Ni siquiera 500.000 gallegos dieron el visto bueno a la norma jurídica que da forma a la idea de autonomía. El motivo de tan escasa participación fueron las modificaciones que sufrió el proyecto durante su paso por el Congreso. El proceso de aprobación del Estatuto fue calificado de “aldraxe” y provocó las mayores movilizaciones ciudadanas de la Historia de Galicia.
Hoy, tras su entrada en vigor el 5 de Junio de 1.980, el Estatuto constituye la base del ordenamiento jurídico de Galicia y regula el funcionamiento de la autonomía. Plenamente desarrollado, el Estatuto es hoy marco de convivencia en el territorio Gallego. Goza del respeto institucional y popular, y a su amparo discurre el día a día de Galicia, estando presente en la vida cotidiana, tanto de los que lucharon o vivieron su implantación, como de los que ya nacen bajo su vigencia.
Desde entonces, y hasta hoy en día, ha transcurrido el tiempo necesario para conseguir, como avanzaron los primeros nacionalistas, que “o 25 de Xullo no haxa fogar galego, aldeán ou vilego, que deixe desteriorizar o seu patriotismo no DÍA DE GALICIA”.
Fuente | Galicia Digital.
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