Diremos adiós dentro de ...

Heidi.

Heidi
Contura

CelsoHeidi.
Artículo … 1.439.
Categoría … Esos dibujos de nuestra vida.
Publicado por … Celso Bergantiño.

¿Puede haber algo más inocente, entrañable, conmovedor, azucarado y, sí, un poco ñoño que un capítulo de "Heidi"? Es una de esas series que se revalorizan con el tiempo. Porque, al volverlas a ver, nos reafirmamos en la idea de que, sin duda, vivimos un momento televisivo único en cuanto a contenidos infantiles. Por eso hoy queremos rendirle un homenaje merecido en "Estos dibujos de nuestra vida" a esta mítica serie de animación japonesa sobre una niña suiza que se fue a vivir a los Alpes y conquistó el corazón de su abuelo gruñón y el de millones de niños.

Esta serie está basada en el libro infantil de finales del siglo XIX, de la autora suiza Johanna Spyri. De la obra se han hecho múltiples versiones y homenajes, prácticamente en todos los géneros y formatos, desde películas hasta un musical, pasando por el cómic.

Pero "Heidi", fue la primera creación de animación basada en esta historia y la que la convirtió a la pequeña Adelaida, Copito de Nieve o Pitchí en recuerdos comunes de una memoria colectiva internacional.

Curiosamente, España fue el primer país en emitir la serie, tras su exitoso estreno en Japón.

Para empezar, hablamos de una niña que pierde a sus padres con sólo un año, quedándose al cuidado de tu tía (en el primer capítulo, también nos insinúan que ha tenido antes otros hogares). Cuando ésta no puede hacerse cargo de ella, la lleva a vivir con su abuelo que se nos presenta como un hombre huraño y temido por todos sus vecinos en la pequeña aldea de Dorfli.

El abuelo vive en lo alto de la montaña, alejado de la sociedad, dedicado a sus quesos, sus tareas de carpintero y su vida contemplativa. El abuelo, Pedro el cabrero y los animales serán los únicos con los que Heidi comparta sus días.

Pero la llegada de la niña de sonrojadas mejillas y alegre carácter supone un soplo de aire fresco en la vida del antisocial abuelo, al tiempo que Heidi aprenderá a apreciar su vida en las montañas. Tanto es así, que cuando se ve obligada a trasladarse a Frankfurt para convertirse en señorita de compañía de una niña inválida "Heidi" se convierte en un auténtico melodrama y las tramas provocan un tremendo bajón: la estricta y enjuta señorita Rottenmeier que odia hasta los cachorros, la nostalgia de los Alpes que acaba así llevando a una niña de cinco años al borde de la depresión, la dura vida de Clara, una niña impedida, triste y solitaria, la visión de los panecillos blancos para la abuela ciega de Pedro en el suelo, mientras a Heidi se le ponen los ojos vidriosos.

Suerte que tuvieron a bien para el tercer acto que Heidi volviera a ser feliz, ya de regreso en las montañas y con Clara andando. Después de todo, los personajes habían evolucionado: el abuelito se hizo mucho más sociable y sus vecinos descubrieron que era un hombre de gran corazón, Heidi se convirtió en la niña de Los Alpes, Clara conseguía volver a andar, gracias al aire puro de las montañas y a las sesiones de rehabilitación… Hasta la Srta. Rottenmeier acababa ablandándose. Pero hasta llegar a ese momento, pasamos por otros tantos de auténtica tragedia . Recuerdo entre los momentos más tristes la desaparición de Pitchí, el pajarito que Heidi adopta y que acaba migrando con sus congéneres “a tierras más cálidas”, dejándola desolada.

"Heidi" nos presentaba casi una alternativa de vida: andar descalzo por el prado, alimentarse a base de pan moreno y queso, dormir en una cama de heno y despertarse con el trinar de los pájaros en lugar de un politono … Todo ello en un paisaje idílico, que, en el transcurso de los 52 capítulos, el paso de las estaciones va transformando.

A través del abuelo y de Pedro, Heidi aprende a leer las señales en la naturaleza: cuándo las nubes traerán tormenta, cómo encontrar la hierba olorosa que hace que las cabras den más leche, o cómo saber la hora por la posición del sol.

Por eso, durante su estancia en la casa de Clara, su mente viajaba libre hasta aquellos parajes, mientras la señorita Rottenmeier trataba inútilmente de ilustrarla con aburridas y pesadas lecciones.

Lo que os decía, un espíritu libre.

Fuente … ¡Vaya tele!.

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3 comentarios
Comentarios
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3 comentarios:

Benxamín Castro dijo...

Bueno, bueno, bueno ... ¡Lo que me gustaba a mi esta serie!... ¡Dios, que recuerdos!.

Un saludo, te sigo leyendo y... ¡escribiendo!.

Lucia Magariños dijo...

Que joputa era la Srta. Rottenmeier... ¡Como la odiaba!.

Besitos !!.

Bruno Fernández dijo...

¡Qué momentazo cuando Clarita empezó a andar! ¡Qué llorera!.

Salu2.

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